lunes, 15 de noviembre de 2010

NUEVAS VIDAS

El hombre ha crecido a lo largo de la historia con determinadas normas, mandamientos, mandatos, reglas. Todo eso que algunos intentaron romper, quebrar, o como me gusta decir a mi cambiar, transmutar.
Llegar al corazón, a la llaga. A ese punto en donde sabes que no es real ese mandato que viene de antaño.
El mundo evoluciona y con él, el hombre crece y descubre que no todo era como se nos había enseñado. Que todo pecado no es más que la idea de mantenernos adentro de una cápsula, dicen: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. ¿Y de quién es esa culpa?
Te garantizo que la culpa no existe. Solo en las mentes de los que conspiran con una religión cerrada, opaca. Lejos de toda buena imaginación e intención.
Me gusta pensar que todos tenemos una experiencia diferente y nos sirven diferentes cosas.
Hay quienes tienen miedo a lo diferente. Y sin embargo nadie es igual a nadie. Ninguna familia es la familia Ingalls, ni la familia Adams. Y todas lo son al mismo tiempo.
Cuando yo era chico, éramos muchos los católicos que creíamos en un Dios diferente. Lamentablemente el hombre ha reaccionado con miedo y bajo una mano dictatorial con respecto a lo nuevo. Pero lo nuevo siempre se hace lugar a través del tiempo. O sea que si en un punto de la historia no pudimos transmutar, seguramente lo estamos haciendo ahora. “La verdad” se sabe tarde o temprano, “el cambio” no solo es necesario sino que siempre se da. Siempre vamos creciendo y elevando la vida hacia la cima, por más que a veces caigamos, siempre nos podemos levantar. Pareciera como que no, pero si. Lo que quiero decir es que nada es bueno o malo, simplemente es.
Para poder evolucionar en la materia, hay que saber que la maldad o la bondad son solo connotaciones, opiniones o ideas de diferentes formas de pensar. A mí me gusta pensar que las cosas simplemente son. Y no añadirle el valor de bueno o malo. Sino de aprendizaje. De ver qué hacemos con respecto a esto que nos tocó.
Hay tantas maneras de vivir la vida, que apenas podemos imaginar. Y me encanta conocer gente que descubre nuevas formas familiares. Espacios comunitarios en donde conviven Dios y el Diablo. ¿Esto qué quiere decir?
Que la mezcla de razas, razones, roces, diversidades, multitudes o monoparentalidades, son parte de lo nuevo, de lo que antes no era permitido. Hoy la familia es un lazo tan fuerte que no exige compromiso. Esto está explícito. La gente en general busca el compromiso y al mismo tiempo trata de desligarse de él. Pareciera como que el compromiso te condena a una vida con prohibiciones. Entonces tenemos que crear nuevas ideas. Nuevos modos de afecto que nos permitan ser libres, amar sin espinas, jugarnos en algo nuevo y dejar atrás todo prejuicio.
La falta de prejuicios y el desligamiento de las normas de un movimiento o religión, nos permiten ser distintos, únicos y especiales.
Permitámonos ser del modo que queremos ser. La única regla que hay que seguir es respetar al prójimo y amar al próximo como a uno mismo.

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